Mujer desarrolla artritis séptica con infección articular por Enterococcus faecium tras picotazo de gallo

El líquido sinovial extraído de la rodilla confirmó la presencia de esta bacteria intestinal, lo que sugiere una transmisión atípica relacionada con las condiciones de manejo de las aves y la herida abierta provocada.

Katherine Ardila

    Mujer desarrolla artritis séptica con infección articular por Enterococcus faecium tras picotazo de gallo

    Una mujer joven de 26 años, criadora de aves de corral, llegó a urgencias con la rodilla derecha visiblemente inflamada y dolorosa. Todo había comenzado el día anterior cuando uno de sus gallos la atacó, clavándole el pico en la cara interna de la rodilla. 

    Aunque inmediatamente lavó y desinfectó la pequeña herida, al día siguiente notó que la rodilla se ponía roja, caliente y cada vez más dolorosa, hasta el punto de no poder doblarla. 

    Lo llamativo es que cuatro meses antes había tenido un problema similar cuando un gato la mordió en la mano, provocándole una infección en la piel que requirió tratamiento con antibióticos. Sin embargo, esta vez la situación parecía más grave, pues la infección no se quedaba en la piel sino que afectaba directamente a la articulación.

    Examen médico y pruebas realizadas

    Al examinarla, los médicos encontraron una rodilla claramente inflamada, con la piel enrojecida y caliente al tacto. La pequeña herida del picotazo, de apenas medio centímetro, parecía insignificante pero era la puerta de entrada de la infección. Lo más preocupante era el intenso dolor que sentía al intentar mover la rodilla. 

    Para confirmar sus sospechas, los médicos le realizaron una punción articular, extrayendo un líquido turbio y con restos de sangre. Los análisis de este líquido mostraban niveles muy bajos de glucosa, proteínas elevadas y una cantidad enorme de glóbulos blancos, casi todos del tipo que combate infecciones (neutrófilos). 

    Además, los cultivos revelaron la presencia de una bacteria llamada Enterococcus faecium. Los análisis de sangre confirmaron que su cuerpo estaba luchando contra una infección importante, con glóbulos blancos elevados y marcadores de inflamación muy altos. Las radiografías descartaron fracturas pero mostraron un importante acúmulo de líquido dentro de la articulación.

    figura 1

    Radiografías de la rodilla derecha lesionada, tomadas en la primera visita a urgencias para observar el derrame articular y descartar una fractura. a) Muestra la vista anteroposterior; b) la vista lateral; y c) la vista tangencial de la rótula. En la imagen c , se observa la irregularidad de la cortical en el cóndilo femoral medial (flecha roja).

    Diagnóstico confirmado: Artritis séptica 

    Todos estos hallazgos apuntaban claramente a una artritis séptica, es decir, una infección bacteriana dentro de la articulación de la rodilla. La pequeña herida del picotazo había servido como puerta de entrada para las bacterias, que se habían instalado en el espacio articular. 

    Este diagnóstico explicaba todos sus síntomas: el dolor intenso, la hinchazón, la dificultad para mover la rodilla y los cambios en el líquido articular. Se descartaron otras posibilidades como la gota o problemas reumáticos porque no había cristales en el líquido y porque el patrón de inflamación era típico de infección bacteriana.

    figura 2

    La imagen muestra una vista intraartroscópica del borde del cóndilo femoral medial. La flecha roja señala la fractura en la lesión del cóndilo femoral medial derecho antes del desbridamiento.

    figura 3

    La imagen intraartroscópica muestra la correlación de la lesión cutánea externa y la lesión del cóndilo femoral medial con una varilla metálica recta.

    Tratamiento aplicado

    Primero, una intervención quirúrgica urgente mediante artroscopia, donde los cirujanos limpiaron meticulosamente la articulación, lavándola con varios litros de solución salina y eliminando todo el tejido inflamado. 

    Durante esta intervención pudieron comprobar cómo la herida del picotazo efectivamente comunicaba con el interior de la articulación, confirmando la vía de entrada de la infección.

    Paralelamente, se inició un tratamiento antibiótico intensivo por vía intravenosa, específicamente diseñado para combatir la bacteria identificada. Después de varios días en el hospital, cuando la infección empezó a ceder, se pudo cambiar a antibióticos en pastillas para completar el tratamiento en casa.

    Evolución y recuperación

    La respuesta al tratamiento fue muy favorable. A los pocos días, la inflamación y el dolor comenzaron a disminuir notablemente. Dos semanas después, cuando le quitaron los puntos, la herida estaba perfectamente cicatrizada. 

    En los meses siguientes, la paciente fue recuperando progresivamente la movilidad completa de su rodilla, hasta el punto de poder hacer sentadillas profundas sin molestias. 

    Diez meses después del incidente, en el último control médico, la rodilla había recuperado completamente su función normal, sin signos de daño articular permanente. La paciente pudo volver a sus actividades cotidianas, incluyendo el cuidado de sus aves de corral, aunque seguramente ahora con más precaución ante sus gallos.

    Discusión 

    La artritis séptica (AS) es una infección grave de las articulaciones que puede surgir por inoculación directa (como en este caso, por el picotazo de un gallo) o por diseminación hematógena. 

    Aunque es poco común (4-10 casos por cada 100,000 personas al año en Europa), su incidencia está aumentando debido al envejecimiento de la población y al mayor uso de procedimientos médicos invasivos.

    En este caso (Mackes, F. et al), el principal factor de riesgo fue la herida penetrante causada por un animal, similar a lo descrito en mordeduras de gatos, perros o incluso lesiones más raras por serpientes o focas. El Enterococcus faecium identificado en el cultivo es un hallazgo inusual, pero plausible considerando la exposición ambiental del gallo.

    El diagnóstico de AS se basa en criterios clínicos, microbiológicos y analíticos. En este caso, la paciente presentó los signos clásicos: dolor agudo, inflamación, líquido sinovial turbio con alto recuento de leucocitos (47,980 células/µl, 97% neutrófilos) y cultivo positivo. Aunque no tuvo fiebre, su PCR elevada (30 mg/L) y leucocitosis (11 × 10?/L) apoyaron el diagnóstico.

    Este caso subraya que,  las heridas penetrantes por animales deben evaluarse cuidadosamente.




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