En un mundo donde la cultura del fitness y la salud ha puesto el foco en el consumo de proteínas, un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista Nature Metabolism advierte sobre los peligros de excederse en este aspecto.
Investigadores de la Universidad de Pittsburgh han encontrado una conexión preocupante entre una dieta rica en proteínas y el deterioro de la salud arterial. El estudio revela que superar las cantidades diarias recomendadas de proteínas puede ser perjudicial.
Los niveles elevados de leucina circulante, derivados de una dieta alta en proteínas, tienen un efecto proaterogénico al actuar sobre los monocitos/macrófagos, según los investigadores.
Esta asociación entre las dietas ricas en proteínas y la aterosclerosis ha sido corroborada por investigaciones previas en modelos animales. Estudios anteriores del mismo grupo de investigación indican que las dietas abundantes en proteínas favorecen la formación de placas ateroscleróticas a través de la activación de la vía de señalización celular mTOR.
Para validar estas conclusiones, se realizaron dos estudios clínicos con la participación de 23 adultos de ambos sexos. Estos estudios demostraron que la activación de mTOR en monocitos/macrófagos depende de la leucina y solo se produce cuando el consumo de proteínas supera ciertos umbrales.
Experimentos adicionales en ratones confirmaron el papel perjudicial de las proteínas en la aterogénesis, destacando la importancia de la leucina en este proceso.
Erna C. Lorenzini, profesora agregada de Técnicas Dietéticas Aplicadas de la Universidad de Milán, señala “la importancia de ajustar la ingesta de proteínas según diferentes parámetros, como el peso corporal y el estado de salud. Recomienda una ingesta diaria de proteínas de 0,8 a 1 g/kg de peso corporal para adultos sanos, con aumentos para casos de desnutrición o enfermedades crónicas degenerativas”.
En cuanto a la leucina, un aminoácido esencial, Lorenzini recomienda “una ingesta de 14 mg/kg de peso corporal para adultos. Destaca que una dieta variada puede proporcionar todos los aminoácidos necesarios, incluida la leucina, incluso para los deportistas no atléticos”.
Aunque los aminoácidos ramificados son populares entre los deportistas, Lorenzini advierte sobre la necesidad de “una suplementación adecuada y la posible ingesta excesiva que puede resultar de ello”.
Además, mientras que las dietas altas en proteínas han ganado popularidad por su potencial para promover la pérdida de peso y la construcción muscular, es crucial considerar los posibles riesgos asociados con este enfoque nutricional.
Una de las preocupaciones principales es el impacto en la ingesta de otros nutrientes esenciales, como los carbohidratos y las fibras. Limitar el consumo de carbohidratos puede privar al cuerpo de fuentes importantes de energía y nutrientes, lo que puede llevar a problemas como mal aliento, dolores de cabeza y estreñimiento.
Por otro lado, existe otro riesgo, debido a que algunas dietas altas en proteínas permiten el consumo de alimentos ricos en grasas saturadas, como la carne roja y los productos procesados. Estos alimentos no solo aumentan el riesgo de enfermedades cardíacas, sino que también pueden elevar los niveles de colesterol LDL, conocido como el colesterol "malo".
Otro riesgo importante es el impacto en la salud renal. Para las personas con enfermedad renal, una dieta alta en proteínas puede ser especialmente perjudicial. El cuerpo puede tener dificultades para eliminar los desechos resultantes de la descomposición de las proteínas, lo que puede empeorar el funcionamiento de los riñones y provocar complicaciones adicionales.
En resumen, mientras que las proteínas son esenciales para una dieta equilibrada, excederse en su consumo puede tener consecuencias negativas para la salud arterial y en general.
Si bien las dietas altas en proteínas pueden tener beneficios, es fundamental considerar y abordar los posibles riesgos asociados. Mantener un equilibrio adecuado entre los diferentes grupos de alimentos y consultar con un profesional de la salud antes de realizar cambios significativos en la dieta puede ayudar a minimizar estos riesgos y promover una salud óptima a largo plazo.