El doctor Helder Hernández emite su opinión médica sobre el procedimiento de ablación en pacientes que sufren del corazón.
La ablación cardíaca es un procedimiento que cicatriza el tejido del corazón para bloquear las señales eléctricas irregulares. El doctor Helder Hernández práctica unas 100 o 150 ablaciones al año, un número que a su juicio es alto. Sin embargo, algunas condiciones preexistentes o la alta esperanza de vida pueden ser factores que incidan en el hecho de que un paciente termine requiriendo este tipo de procedimiento.
En entrevista exclusiva para la Revista de Medicina y Salud Pública, El Dr. Helder Hernández, electrofisólogo, comparte sus conocimientos sobre la Ablación epicárdica de taquicardia ventricular e indica que las primeras ablaciones que se hacían eran mediante cirugías a corazón abierto. “Los doctores entraban al quirófano con los pacientes, quienes padecían de arritmias, bien sean ventriculares o atriales, y mediante una cirugía típica de corazón abierto hacían, o resección del tejido donde se formaba la arritmia o hacían la ablación directa, con el corazón frente a ellos, mediante catéteres que emiten radiofrecuencia, o crioablación, que es con frío”, puntualiza.
Este era un procedimiento invasivo y que representaba un riesgo de mortalidad alta para los pacientes, pero esto fue evolucionado hasta llegar a hacerse procedimientos muy parecidos a un cateterismo. “Hoy día realizamos estos procedimientos con catéteres por la ingle, por las venas o las arterias de la ingle, y llegamos al corazón y se crean las lesiones, pero de una forma mucho menos invasiva, al punto que en muchas ocasiones el paciente se va a su casa el mismo día”, sostiene el doctor Hernández.
La fuente de energía que más se utiliza es la radiofrecuencia, que consiste en la emisión de calor desde la punta del catéter de ablación a un parcho que lleva el paciente, dicha calor resulta en una cicatriz en el tejido en el que se forma el circuito de arritmia y al formarse la cicatriz ese tejido no es capaz de transferir corriente eléctrica, por lo que se cura la condición al paciente.
El éxito del procedimiento dependerá del tipo de arritmia. En el caso de arritmias ventriculares, la tasa de éxito es de un 95 %; cuando se trata de la fibrilación auricular, en pacientes de más de 65 años, con obesidad, no es curativo, pero se puede controlar la arritmia y el paciente puede estar estable un par de años. Las arritmias ventriculares, o de las cámaras de abajo del corazón, son un poco más difíciles de tratar y la tasa de éxito tiende a ser un poco más baja, de un 70 % u 80 %. Si el paciente tiene un infarto previo, o lleva marcapasos, la tasa de éxito es de un 50 %.
Todo depende de la edad del paciente, del tipo de arritmia y de la localización de la arritmia, cuando son de la cámara de arriba, la tasa es mayor que cuando se trata de las cámaras de abajo. En pacientes jóvenes, con arritmias supraventriculares, estos las desarrollan porque se generan impulsos eléctricos por tejidos por donde no se supone que deba pasar, como las vías accesorias. Es similar a ir por una autopista, pero para ir más rápido, se toma una vía alterna.
Hay pacientes con una enfermedad estructural, por un infarto, estos pacientes, la arritmia se produce por las cicatrices que surgen con el infarto, estas cicatrices contienen tejido vivo dentro de la cicatriz y este permite que se formen arritmias desde entrada, o taquicardias ventriculares, por ello se da la muerte súbita. A estos pacientes se les debe colocar un desfibrilador, porque es lo único que se ha demostrado que puede salvar la vida en estos casos.
El corazón es el único órgano que puede generar impulso eléctrico de manera espontánea, o sea, en ausencia de un estímulo externo. El mismo órgano la genera, a partir del sistema nervioso autonómico o involuntario, pero este sistema eléctrico puede fallar y dar paso a las arritmias de corazón.
Cuando se hacen ablaciones, mediante calor o frío, el fin es crear un área de cicatriz que sirve de bloqueo, que funciona como una malla para que el impulso eléctrico no pase por allí, porque el tejido cicatrizado no conduce electricidad. Esto no afectará el funcionamiento del corazón porque no es un área imprescindible para que el corazón siga funcionando.
Algunas ablaciones se deben practicar con cuidado porque tienen sus riesgos, para lo cual se usan múltiples equipos y tecnología para visualizar gráficamente dónde exactamente se está localizado y que no surjan complicaciones y que el paciente termine con un marcapasos, cerca de una arteria coronaria y que se produzca un infarto, u otro daño. Aunque es un procedimiento que ha evolucionado, tiene sus riesgos y por ello los especialistas reciben un entrenamiento riguroso.
Actualmente, hay 16 electrofisiólogos en Puerto Rico, lo cual es un número bajo, dado que la enfermedad cardíaca es la más común. Pacientes obesos, diabéticos, con hipertensión, entre otras, pueden padecer de arritmias cardíacas y terminar recibiendo una ablación. “Llegué para quedarme y tenemos mucho trabajo”, confirma el doctor Hernández, quien se siente comprometido con el servicio que presta al país.
Puede ver con más detalles la entrevista realizada al experto: aquí