Según investigadores, una diferencia genética en el menisco hace que alrededor del 50 por ciento de las mujeres sean más vulnerables a la enfermedad.
La artrosis de rodilla es más frecuente en mujeres que en hombres, pero las hormonas por sí solas no son suficientes para explicar esta diferencia.
Sin embargo, una nueva investigación, publicada en Frontiers in Bioengineering and Biotechnology, ha identificado una diferencia genética en el menisco que hace que alrededor del 50 por ciento de las mujeres sean más vulnerables a la artrosis que los hombres y que el resto de mujeres.
Los investigadores, de la Universidad de Alberta (Canadá), llevaron a cabo sus experimentos simulando en parte las condiciones de baja gravedad en el espacio, situación que imita el daño que puede sufrir el menisco por falta de ejercicio.
"Algunos de los genes que se encontraron en las hembras que respondieron más a la microgravedad espacial simulada también se asociaron al desarrollo de la artrosis de rodilla", explica el investigador principal, Adetola Adesida.
El estudio sugiere la posibilidad de que un análisis de sangre identifique a los portadores de un gen de alto riesgo, lo que permitiría realizar intervenciones tempranas. También podría permitir a las mujeres permanecer más tiempo en el espacio.
"Hemos descubierto los mecanismos que conducen a esta mayor respuesta, y esperamos desarrollar fármacos que se dirijan a esas vías y bloqueen esas respuestas", declara Adesida.
El menisco actúa como distribuidor de carga para todo el peso del cuerpo. Antes se pensaba que era como el apéndice y que no se echaría de menos si desapareciera.
Pero ahora se sabe que solo un pequeño desgarro en el menisco -generalmente causado por una lesión deportiva- aumenta el riesgo de artrosis más adelante, incluso si se ha eliminado el tejido dañado. Por otra parte, la falta de uso también puede provocar el desacondicionamiento del menisco y aumentar el riesgo de artrosis.
El equipo de Adesida ha desarrollado tejido de menisco de bioingeniería cultivado a partir de células extraídas de los meniscos dañados de individuos por lo demás sanos.
La esperanza es poder reemplazar algún día el tejido dañado mediante trasplante, previniendo el desarrollo de la artrosis de rodilla.
Para su experimento sobre las diferencias de sexo, el equipo estudió cómo funcionaba el tejido de bioingeniería en reposo y en condiciones de carga y descarga mecánica.
Para la carga, utilizaron un dispositivo que ejercía presión hidrostática sobre las células. Para la descarga, colocaron las células en un biorreactor diseñado por la NASA para imitar las condiciones de gravedad mínima.
"Nuestro experimento de carga y descarga imita lo que realmente vemos en una situación clínica en la que es posible el desarrollo de cambios artrósicos en la rodilla inducidos por la microgravedad en los vuelos espaciales", comenta.
"Esto nos ayudará a tener modelos humanos relevantes para estudiar la artrosis de rodilla en el futuro. Y nuestra investigación tiene beneficios tanto en la Tierra como en el espacio".