Las convulsiones febriles son eventos comunes en niños pequeños que generalmente no requieren un tratamiento prolongado.
Las convulsiones febriles, una condición caracterizada por eventos de actividad eléctrica anormal en el cerebro que se desencadenan por fiebres altas, son más comunes de lo que se cree, afectando tanto a niños como a adultos. A pesar de su nombre, estas convulsiones pueden ocurrir a cualquier edad, pero en su mayoría se diagnostican en niños entre 6 meses y 5 años.
Características clínicas y diagnóstico en niños
En niños, estas convulsiones se definen por fiebres superiores a 38°C, no relacionadas con infecciones del sistema nervioso central, y la ausencia de convulsiones no relacionadas con fiebre en el pasado. El diagnóstico se basa en gran medida en la evaluación clínica y en la exclusión de otras causas subyacentes.
Las pruebas de rutina generalmente no son necesarias para las convulsiones febriles simples. Sin embargo, en casos complejos o cuando se sospecha una enfermedad grave, se pueden requerir estudios adicionales, como análisis de líquido cefalorraquídeo, pruebas metabólicas y resonancia magnética cerebral.
Es importante resaltar, que las convulsiones febriles se producen durante infecciones bacterianas o virales no relacionadas con el sistema nervioso central. En ocasiones, aparecen después de la aplicación de ciertas vacunas, como la antisarampionosa, la antiparotidítica y la antirrubeólica.
Distinguiendo entre convulsiones simples y complejas en niños
Estas convulsiones pueden ser simples o complejas, dependiendo de su duración y características. Las convulsiones febriles simples duran menos de 15 minutos, son generalizadas y no se repiten en un plazo de 24 horas.
Por otro lado, las convulsiones complejas duran 15 minutos o más, pueden ser focales y recurren en un día. La mayoría de las convulsiones febriles son simples, pero no se puede subestimar la gravedad de las complejas.
Factores desencadenantes y genéticos
La fiebre que desencadena estas convulsiones suele estar relacionada con infecciones virales o bacterianas no asociadas al sistema nervioso central. En ocasiones, las vacunas también pueden desencadenar estas convulsiones. Factores genéticos y familiares parecen jugar un papel en la susceptibilidad a las convulsiones febriles, con una tasa de concordancia más alta en gemelos monocigóticos en comparación con gemelos dicigóticos. Además, se han identificado varios genes relacionados con estas convulsiones, lo que arroja luz sobre su base genética.
Convulsiones febriles en adultos: Un fenómeno menos común
En adultos, aunque son menos comunes, las convulsiones febriles también pueden ocurrir en circunstancias similares, como fiebre elevada no relacionada con infecciones del sistema nervioso central. El diagnóstico y manejo siguen principios similares a los de los niños, aunque los casos en adultos pueden requerir una evaluación más exhaustiva para descartar otras causas subyacentes, como epilepsia.
Pronóstico y recurrencia
La recurrencia de convulsiones febriles es del 35%, con un riesgo más alto en niños menores de 1 año o con antecedentes familiares. El riesgo de desarrollar epilepsia sin fiebre después de una convulsión febril simple es de 2 a 5%, aunque se eleva al 10% en ciertos grupos.
En adultos, el diagnóstico y manejo de convulsiones febriles pueden requerir un enfoque más detallado, especialmente para descartar otras afecciones neurológicas.
Un enfoque integral para convulsiones febriles
En resumen, las convulsiones febriles son un desafío clínico que puede afectar tanto a niños como a adultos. Su diagnóstico y manejo se basan en la identificación de la fiebre como el desencadenante y la exclusión de otras causas subyacentes.
Cabe resaltar, que, ell tratamiento varía según la duración de las convulsiones, y el pronóstico puede influir en la edad y la presencia de factores de riesgo. Un enfoque cuidadoso y una comprensión completa son fundamentales en la atención de estas convulsiones en pacientes de todas las edades.