El cáncer de hueso no es novedoso, según ha confirmado un equipo multidisciplinario.
Miles de personas reciben actualmente el desalentador diagnóstico de osteosarcoma, o cáncer que se origina en los huesos. Sin embargo, esta malignidad no es nueva, pues hay evidencia de que el Centrosaurus apertus ya lo padecía-.
Este dinosaurio tenía un cáncer de hueso avanzado. Quizá, se había propagado a otras partes de su cuerpo y se cree que era terminal.
No obstante, la causa de su deceso no fue el cáncer de hueso porque su desztino fue el mismo que el de otros miles de Centrosaurus, los cuales perecieron debido a una inundación, causa probablemente por una tormenta tropical.
El lecho óseo preservado es lo que millones de años después ha ayudado a obtener la evidencia importante para el análisis.
No fue sino hasta el 2020 cuando se estableció el diagnóstico del osteosarcoma, un cáncer de hueso maligno que se encuentra más comúnmente en niños y se diagnostica a unas 25.000 personas al año, en todo el mundo.
Millones de años después, el lecho óseo preservado después de este evento de muerte masiva ayudó a proporcionar evidencia importante de que estos dinosaurios se movían en enormes manadas.
Fue un equipo multidisciplinario el que confirmó el primer diagnóstico de un cáncer maligno en un dinosaurio.
"Resulta que las enfermedades que afectaron a los dinosaurios tienen esencialmente la misma apariencia que las que afectan a los humanos u otras criaturas", dice Bruce Rothschild, investigador asociado en paleontología de vertebrados del Museo Carnegie de Historia Natural de Pensilvania, Estados Unidos.
Los resultados de esta y otras investigaciones están revelando detalles previamente desconocidos de cómo vivían y morían los dinosaurios. Algunos argumentan que también podrían brindar nuevos conocimientos sobre las enfermedades que aún nos afectan en la actualidad.
La búsqueda para diagnosticar con certeza un dinosaurio con cáncer de hueso comenzó cuando David Evans, paleontólogo de la Universidad de Toronto y curador del Museo Real de Ontario en Canadá, conoció a Mark Crowther, hematólogo humano y presidente de la facultad de medicina de la Universidad McMaster, en Canadá.
Después de examinar cientos de huesos en el Museo Royal Tyrrell en Drumheller, Canadá, junto con varios otros científicos, incluida Snezana Popovich, patóloga ósea de la Universidad McMaster, reconocieron los posibles signos de cáncer de hueso en la espinilla del Centrosaurus apertus.
"Definitivamente recordaré a Snezana levantando este hueso y diciendo: 'Creo que esto es cáncer de hueso'", recuerda.
El hueso tenía un bulto en un extremo que estaba etiquetado como un callo de fractura, pero incluso a primera vista tenía varios signos reveladores de cáncer de hueso: estaba visiblemente malformado y tenía forámenes (agujeros abiertos) grandes y no naturales alrededor del bulto.
El equipo utilizó todos los medios que tenía para confirmar un diagnóstico en su paciente de 77 millones de años.
Compararon el hueso tanto con una espinilla de Centrosaurus normal como con un hueso de pantorrilla humana con un caso confirmado de osteosarcoma.
También usaron rayos X, tomografías computarizadas (TC) de alta calidad junto con herramientas de reconstrucción 3D e histología para crear biopsias para poder estudiarlo a nivel celular.
"Eso nos permitió hacer un diagnóstico positivo de cáncer que está a la par con lo que los médicos de mi equipo sugirieron [que harían] en un paciente humano", dice Evans.
"De hecho, nos dispusimos a seccionar en serie el hueso... Pudimos rastrear el tumor canceroso que se abría paso a través del hueso desde la rodilla hasta el tobillo".
Hay muchas dolencias y enfermedades que no dejan huella alguna en lo que queda de los dinosaurios, por lo que en la mayoría de los casos es difícil saber qué los mató.
"Probablemente, una buena parte de nuestros dinosaurios murió a causa de enfermedades o cosas por el estilo, de las que no tenemos evidencia osteológica, por lo que no hay indicadores en los huesos", señala Woodruff, Cary Woodruff, curadora de paleontología de vertebrados en el Museo de Ciencias Phillip y Patricia Frost en Miami, Florida.
Aun así, a medida que avanza la ciencia, podemos mejorar en el reconocimiento de pistas que apuntan a ciertas enfermedades. "Puede haber un montón de huesos que tienen enfermedades que apenas son visibles en la superficie, que nadie pensaría siquiera en mirar", dice Evans.
Cuantos más diagnósticos se hagan, más información podrán obtener los paleontólogos sobre la forma en que vivían estos dinosaurios.
Por ejemplo, el osteosarcoma avanzado del Centrosaurus apertus probablemente habría afectado su movimiento, convirtiéndolo en un objetivo principal para un Tyrannosaurus, el principal depredador en ese momento, dice Evans.
Sin embargo, en cambio, parece haber muerto con su manada en un desastre natural, lo que indica que tal vez esta lo estaban cuidando y protegiendo, señala Evans. "Es una visión realmente interesante y única de la vida de los dinosaurios que no teníamos antes".
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