Hepatitis C: la infección silenciosa que puede dañar el hígado por décadas sin dar señales

Aunque puede pasar desapercibida durante años, la hepatitis C continúa siendo una de las principales causas de enfermedad hepática crónica en el mundo.

Redacción MSP

    Hepatitis C: la infección silenciosa que puede dañar el hígado por décadas sin dar señales

    Su naturaleza silenciosa, combinada con factores de riesgo frecuentes en la población general, convierte esta infección en un problema prioritario de salud pública también en Puerto Rico.

    Causada por el virus de la hepatitis C (VHC), esta enfermedad se transmite casi exclusivamente a través del contacto con sangre contaminada. Las vías de contagio más comunes incluyen el uso de jeringuillas compartidas, transfusiones realizadas antes de 1992, procedimientos médicos con equipos no esterilizados y, en menor grado, la transmisión sexual.

    En la mayoría de los casos, la infección aguda no produce síntomas. Sin embargo, cuando estos se manifiestan, pueden incluir fatiga, fiebre, dolor muscular, náuseas, ictericia (color amarillento en piel y ojos) y orina oscura. El mayor desafío clínico radica en que entre un 55 % y 85 % de los infectados desarrollan hepatitis C crónica sin saberlo.

    Con el paso del tiempo, la inflamación hepática constante puede desencadenar cirrosis, insuficiencia hepática o carcinoma hepatocelular. En Puerto Rico, aunque no existen cifras oficiales actualizadas, los médicos especialistas han identificado una alta proporción de pacientes que son diagnosticados en etapas avanzadas debido a la falta de tamizaje oportuno.

    El diagnóstico se realiza mediante una prueba serológica para detectar anticuerpos contra el VHC. Si esta resulta positiva, se solicita una prueba de ARN para confirmar infección activa. Luego, se evalúa la carga viral, el genotipo y el grado de daño hepático, utilizando herramientas como elastografía, resonancia o biopsia hepática.

    En los últimos años, los tratamientos han evolucionado de forma radical. Mientras que en el pasado el protocolo se basaba en interferón y ribavirina, actualmente se utilizan antivirales de acción directa (DAA), que permiten una respuesta virológica sostenida en más del 95 % de los casos, con tratamientos orales de solo 8 a 12 semanas. Medicamentos como sofosbuvir, velpatasvir, glecaprevir/pibrentasvir y daclatasvir han sido claves para alcanzar tasas de curación inéditas.

    En el contexto local, Puerto Rico ha tomado medidas importantes. La Administración de Seguros de Salud (ASES) invirtió $22 millones en el año 2025 para ampliar el acceso a estos tratamientos a través del Plan Vital, lo que ha permitido curar a más de 2,000 personas en la isla. La estrategia fue acompañada por una política pública activa impulsada por el Departamento de Salud para eliminar barreras administrativas y facilitar el acceso temprano al diagnóstico y tratamiento.

    A pesar de estos logros, los expertos insisten en que uno de los grandes pendientes sigue siendo el tamizaje. Actualmente, se recomienda que toda persona entre los 18 y 79 años se realice la prueba al menos una vez en la vida, aunque no presente síntomas ni factores de riesgo evidentes. Las poblaciones con antecedentes de uso de drogas inyectables, tatuajes no regulados o múltiples parejas sexuales deben considerarse prioritarias para la detección.

    Aunque aún no existe una vacuna contra el VHC, las autoridades sanitarias recomiendan la vacunación contra hepatitis A y B en pacientes con hepatitis C activa, para proteger el hígado de infecciones adicionales.

    El abordaje clínico y de salud pública de la hepatitis C exige no solo acceso a medicamentos, sino educación médica continua, políticas de salud integradas y campañas efectivas de detección temprana.

    CAUSAS

    Contacto directo con sangre infectada.

    Uso compartido de agujas, jeringuillas o equipo para drogas intravenosas.

    Transfusiones de sangre o trasplantes antes de 1992.

    Procedimientos médicos o dentales en entornos sin control sanitario adecuado.

    Tatuajes o piercings con instrumental no esterilizado.

    Transmisión sexual (menos común, pero posible).

    De madre a hijo durante el parto (raro).

    SÍNTOMAS

    Agudos (en los primeros meses):

    Fiebre leve

    Fatiga

    Pérdida del apetito

    Náuseas y vómitos

    Dolor abdominal

    Orina oscura

    Heces de color arcilla

    Ictericia (piel y ojos amarillos)

    Crónicos (a menudo tardíos):

    Cansancio persistente

    Hematomas frecuentes

    Confusión, problemas de memoria

    Hinchazón en piernas o abdomen

    Picor cutáneo

    Angiomas en forma de araña

    TRATAMIENTOS

    Antivirales de acción directa (DAA): curan la infección en 8–12 semanas, con alta tasa de eficacia.

    Sofosbuvir/velpatasvir

    Glecaprevir/pibrentasvir

    Daclatasvir/sofosbuvir

    Tratamiento personalizado: según genotipo del virus y nivel de daño hepático.

    Monitoreo postratamiento: pruebas de carga viral para confirmar respuesta virológica sostenida (RVS).

    Cuidados adicionales: evitar alcohol, medicamentos hepatotóxicos y controlar comorbilidades.

    Trasplante hepático: reservado para casos de cirrosis descompensada o hepatocarcinoma.


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