La dermatitis atópica afecta no solo la piel, también tiene un impacto psicológico y emocional, pero es posible convivir con ello.
Según investigaciones y data de los Centros de Control y Prevención (CDC), y la Fundación Cross The Goal, se ha podido establecer que hay una prevalencia de un 25 % de niños con dermatitis atópica, y esto conlleva que es posible que perdure en la adultez. La condición es una enfermedad visible que no solo afecta la piel, sino que también se relaciona con la salud mental.
Se ha podido establecer que un 64 % de los pacientes con dermatitis atópica, posiblemente puedan desarrollar depresión, y un 68 % ansiedad, según una revisión sistémica que realizó la Asociación Nacional del Eczema. Esto ha llevado a los entes de control a tomar medidas y ahora se ve la enfermedad desde una perspectiva multidisciplinar, sabiendo que aunque no tiene cura por ser una condición crónica, se puede convivir con ella.
Por tal motivo, en nuestro programa Expertos en Salud, conversamos con dos pacientes de Dermatitis Atópica que brindan un testimonio de esperanza para todos aquellos que al igual que ellas, conviven con la enfermedad.
Dermatitis y su factor emocional
Ketsy Román, paciente con dermatitis atópica y creadora del grupo "Viviendo con Dermatitis Atópica", quien desde hace 39 años convive con la condición y desde los 2 años desarrolló la enfermedad. En su adolescencia vio que ésta se complicó, lo cual le motivó a crear una alternativa de acompañamiento porque "pensaba que era la única persona en Puerto Rico con dermatitis atópica", comenta.
La enfermedad tiene unas particularidades dermatológicas; el picor, el enrojecimiento de la piel son patrones normales de la dermatitis atópica. Cabe mencionar que, estas lesiones con el tiempo pueden llegar a formar una piel más gruesa, como resultado al estar rascando la zona afectada, pero es bien sabido que se puede convivir con la afección.
Asegura Ketsy que la enfermedad ha tenido un impacto muy fuerte y "trastocó, definitivamente, toda mi vida".
La dermatitis atópica es una enfermedad visible que afecta directamente al paciente porque es su aspecto el que les lleva a desarrollar afectaciones emocionales, y se ha podido constatar que el estrés es uno de los factores de desarrollo para la condición.
"Vivir con Dermatitis Atópica"
Ya son 13 años desde que abrió aquel grupo en Facebook con el objetivo de apoyar a personas que, al igual que ella, estaban conviviendo con la enfermedad: "En ese espacio empecé a pensar cómo puedo ayudar a otros, sabiendo que no los conozco, quizás para dialogar", comenta.
Aclara que la enfermedad le llevó a sentir en muchas ocasiones frustración, y el grupo en esta red social le permitió encontrar más personas que compartían su sentir: "es un espacio donde personas como yo, que llevan casi toda una vida con la enfermedad, tengan información, pueden hablar y que esas emociones que uno encierra por mucho tiempo, por sentirse quizás rechazado, pueda saber que hay otras personas que están pasando lo mismo y saber también que existen muchas formas de poder sentirte mejor", sostiene.
En este grupo se comparten investigaciones, datos relevantes sobre cómo poder convivir con la afectación, ´tips´ de alimentación y temas con los que los pacientes podrán comprender mejor su condición dermatológica.
"En esta última década, hay muchas cosas que antes no teníamos, en cuanto a medicamentos y tratamientos. Ese espacio lo cree con ese fin, que sepan que a pesar que tenemos dermatitis atópica podemos vivir con ella", finaliza.
Brenda y la dermatitis atópica en la adultez
Los expertos, basados en estudios que se han realizado, han podido establecer que en ocasiones, durante el desarrollo de la persona, es posible que el paciente en la adolescencia deje de presentar la condición, aunque hay casos en los que persiste en la adultez.
Brenda Gerena, paciente con dermatitis atópica y Directora Ejecutiva de Cross The Goal Foundation, convive con la enfermedad desde hace 10 años. Detalla que todo comenzó, presuntamente, por una crema que utilizaba: "parece que ese fue el detonante y en ese momento sacó a la luz esa condición", dice.
Sostiene que su vida cambió desde ese entonces: "ya no podía hacer ciertas cosas que antes hacía, ya no podía estar muy expuesta al sol porque me afectaba el rostro", comenta.
Aclara que después de recibir el debido tratamiento, experimentó que la dermatitis atópica ya no se presentaba en su rostro, pero se trasladó a otras partes del cuerpo que no se ven "como lo es la espalda, las piernas".
Explica que esto ha cambiado por completo incluso su manera de vestir: "cambia la ropa porque no solo es la tela, sino también si tienes muchas llagas en las piernas no las quieres exhibir, y empiezas a usar más pantalones", concluye.
Estas dos historias son un claro ejemplo de superación, de que existen alternativas y siempre habrá un apoyo con el que puedes contar. Además, dejan en firme que el tratamiento es la mejor posibilidad de convivir con la enfermedad.
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