Pacientes aseguran que en educar está la clave para que las personas conozcan las medidas de prevención, o los tratamientos disponibles en caso de ser positivos.
El Virus de la Inmunodeficiencia Humana, más conocido como VIH, es un virus que ataca el sistema inmunitario del cuerpo, y que si no llega a tratarse a tiempo puede evolucionar y convertirse en SIDA. El VIH ha sido causante de la muerte de un gran porcentaje de la población mundial a través de los años, al destruir los glóbulos blancos del cuerpo encargados de combatir las infecciones que entran en contacto con el organismo.
En Puerto Rico, las cifras acumulativas de contagio casi alcanzan los 60.000 habitantes, de los cuales cerca de 21.000 actualmente batallan contra la infección. El mayor número de casos lo presenta el grupo social entre los 35 y los 45 años, seguido por personas entre lo 25 a 34 años.
Conforme ha pasado el tiempo, la infección se ha ido aceptando socialmente, aunque aún hay estigmas frente a los pacientes con un diagnóstico positivo y esto en muchas ocasiones es producto de la desinformación.
En entrevista exclusiva con Expertos en la Salud MSP, Ivette González, fundadora de la asamblea permanente de personas con VIH, SIDA y VHP, APPIA, quien además tiene un diagnóstico positivo de VIH desde hace 29 años cuando tenía 8 meses de embarazo, asegura haber sido víctima de discriminación por parte del personal médico encargado de llevar a cabo el alumbramiento: “En ese momento no había un tratamiento para el virus porque yo ya tenía 8 meses de embarazo y tampoco era posible llevar a cabo un aborto. Fue un parto difícil, no por la labor de parto en sí, sino por el estigma y la discriminación en esa sala. Había un médico que no quería hacer mi parto”.
Al igual que otras afecciones, el diagnóstico de un virus como el VIH o de una enfermedad como el SIDA supone para el paciente el enfrentarse a una nueva realidad completamente desconocida para él, y de la cual se tiende a tener un mal pronóstico y bajas expectativas de vida. Algunas personas son capaces de llegar a experimentar síntomas similares a la depresión e intentos de acabar con su vida tras enterarse del padecimiento de este tipo de enfermedades.
La desinformación frente a estos temas ha generado un rechazo injustificado hacia la población que padece el virus; Adalid Castro, sexólogo, sexo pedagogo, representante de la comunidad homosexual y cofundador de APPIA, al recibir su diagnóstico positivo para VIH era consciente del estigma y el temor que generaba no solo las personas que se encontraban en la cama de un hospital, sino aquellas que ya habían fallecido: “Yo vi cómo personas morían y no los querían velar en la funeraria, los querían enterrar rápido y eso me afectaba mucho porque yo sabía que iba a ser parte de esa minoría”.
Sin embargo, lo más importante que debe saber la población tanto que no está infectada, como aquella que sí lo está, es que el VIH no es sinónimo de muerte: es posible desarrollar una vida productiva tras un diagnóstico positivo: “Se puede tener pareja, se puede tener sexualidad, se puede estudiar, se puede tener hijos”, añade Castro.
Ahora bien, hay un punto adicional que se debe tener en cuenta y es cuando la estigmatización viene de los mismos pacientes por el rechazo al diagnóstico positivo. En estos casos los especialistas recomiendan poder iniciar un proceso con psicología para adaptarse e iniciar los nuevos hábitos saludables necesarios para la condición de salud actual “Cuando una persona no acepta su realidad, se empieza a hacer daño a sí mismo. Los estigmas sociales van muy atados a la sexualidad y la autoestima”.
Aún no hay una cura establecida que erradique por completo el virus del VIH, sin embargo, el tratamiento adecuado permite que el paciente alcance niveles indetectables del virus convirtiéndolo en intransmisible. “Eso debe traer tres cosas fundamentales: La primera es que más personas se realicen la prueba diagnóstica de VIH para iniciar el tratamiento y lograr estos niveles indetectables. La segunda, es reducir el estigma relacionado con el VIH. La tercera, hacernos justicia a las personas con VIH. Desde el inicio de la pandemia del virus de la inmunodeficiencia humana han puesto la responsabilidad absoluta del contagio sobre quienes vivimos VIH, cuando la verdad es una responsabilidad compartida”, añade González.
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