No existe cura para la espondilitis anquilosante, pero los tratamientos pueden disminuir los síntomas y posiblemente hacer más lenta la evolución de la enfermedad.
La espondilitis anquilosante, también conocida como espondiloartritis axial, es una enfermedad inflamatoria que, con el tiempo, puede hacer que algunos de los huesos de la espina dorsal, llamados vértebras, se fusionen. Esta fusión hace que la espina dorsal sea menos flexible y puede generar una postura encorvada. Si las costillas están afectadas, podría ser difícil respirar profundamente.
Existen dos tipos de espondiloartritis axial. Cuando la afección se detecta en una radiografía, se denomina espondilitis anquilosante, también conocida como espondiloartritis axial. Cuando no se detecta en una radiografía, pero se identifica por los síntomas, análisis de sangre y otras pruebas por imágenes, se denomina espondiloartritis axial no radiográfica.
Los síntomas generalmente comienzan en la edad adulta temprana. La inflamación también puede producirse en otras partes del cuerpo, sobre todo en los ojos.
A medida que la espondilitis anquilosante empeora, se forman nuevos huesos en un intento del cuerpo por sanar. Progresivamente, el hueso nuevo cierra las brechas entre las vértebras y, con el tiempo, fusiona secciones de estas. Las vértebras fusionadas pueden aplanar las curvas naturales de la columna vertebral, lo que causa una postura inflexible y encorvada.
Síntomas
Los primeros síntomas de la espondilitis anquilosante pueden incluir dolor de espalda y rigidez en la región lumbar y las caderas, en particular por la mañana y después de períodos de inactividad. El dolor en el cuello y el cansancio también son comunes. Con el tiempo, los síntomas pueden empeorar, mejorar o detenerse a intervalos irregulares.
Las áreas más comúnmente afectadas son las siguientes:
La articulación entre la base de la columna vertebral y la pelvis.
Las vértebras de la región lumbar.
Los lugares donde los tendones y ligamentos se unen a los huesos, principalmente en la columna vertebral, pero a veces a lo largo de la parte posterior del talón.
El cartílago entre el esternón y las costillas.
Las articulaciones de la cadera y los hombros.
¿Cuándo debes consultar al médico?
Busca atención médica si tienes dolor en la parte baja de la espalda o en los glúteos que aparece lentamente, es más intenso durante la mañana o te despierta del sueño en la segunda mitad de la noche, especialmente si este dolor mejora con el ejercicio y empeora con el descanso. Consulta a un oculista inmediatamente si presentas un ojo rojo doloroso, alta sensibilidad a la luz o visión borrosa.
Causas
La espondilitis anquilosante no tiene una causa específica conocida, aunque los factores genéticos parecen desempeñar una función. En particular, las personas que tienen un gen llamado HLA-B27 tienen un riesgo mucho mayor de desarrollar espondilitis anquilosante. Sin embargo, solo algunas personas con el gen desarrollan la afección.
Factores de riesgo
Por lo general, aparece al final de la adolescencia o al comienzo de la adultez. La mayoría de las personas que tienen espondilitis anquilosante tiene el gen HLA-B27. Sin embargo, muchas de las personas que tienen este gen nunca desarrollan espondilitis anquilosante.
Complicaciones
En la espondilitis anquilosante grave, se forma hueso nuevo como parte del intento del cuerpo de sanar. Este nuevo hueso acorta progresivamente la distancia entre las vértebras y, con el tiempo, fusiona partes de estas. Esas partes de la columna vertebral se vuelven rígidas e inflexibles. La fusión también puede endurecer la caja torácica, y restringir la capacidad y función pulmonares.
Otras posibles complicaciones son las siguientes:
Inflamación de los ojos, conocida como uveítis. La uveítis es una de las complicaciones más frecuentes de la espondilitis anquilosante; puede causar dolor ocular de rápida aparición, sensibilidad a la luz y visión borrosa. Consulta de inmediato a tu proveedor de atención médica si tienes estos síntomas.
Fracturas por compresión. Los huesos de algunas personas se debilitan durante las etapas tempranas de la espondilitis anquilosante. Las vértebras debilitadas pueden dañarse, lo que aumenta la gravedad de una postura encorvada. Las fracturas vertebrales pueden ejercer presión, y posiblemente provocar daño, en la médula espinal y los nervios que pasan a través de la columna vertebral.
Problemas cardíacos. La espondilitis anquilosante puede causar problemas en la aorta, la arteria más grande del cuerpo. La aorta inflamada puede agrandarse hasta el punto en que distorsiona la forma de la válvula aórtica del corazón, lo cual afecta su función. La inflamación asociada a la espondilitis anquilosante aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca en general.
Diagnóstico
Durante el examen físico, el proveedor de atención médica puede pedirte que te inclines en diferentes direcciones para evaluar la amplitud de movimiento de la columna vertebral. El proveedor de atención médica puede intentar reproducir el dolor presionando sobre partes específicas de tu pelvis o moviendo tus piernas para ponerlas en una posición en particular. También puede pedirte que respires profundo para corroborar si tienes dificultad para expandir el pecho.
Pruebas de diagnóstico por imágenes
Las radiografías permiten que los médicos verifiquen la existencia de cambios en las articulaciones y los huesos, también conocidos como espondiloartritis axial radiográfica, aunque los signos visibles de la espondilitis anquilosante, también conocida como espondiloartritis axial, pueden no manifestarse al principio de la enfermedad.
Una resonancia magnética usa ondas de radio y un campo magnético potente para brindar imágenes más detalladas de los huesos y los tejidos blandos. Las imágenes por resonancia magnética pueden revelar evidencia de espondiloartritis axial al principio de la enfermedad, pero son mucho más costosas.
Análisis de laboratorio
No existen análisis de laboratorio específicos para identificar la espondilitis anquilosante. Ciertos análisis de sangre pueden verificar la existencia de marcadores de inflamación, pero muchos problemas de salud diferentes pueden causar inflamación.
La sangre se puede analizar para detectar el gen HLA-B27. Sin embargo, muchas personas que tienen ese gen no tienen espondilitis anquilosante y se puede tener la enfermedad sin tener el gen HLA-B27.
Tratamiento
El objetivo del tratamiento es aliviar el dolor y la rigidez, y prevenir o retrasar las complicaciones y la deformidad de la columna vertebral. El tratamiento de la espondilitis anquilosante tiene más éxito antes de que la enfermedad cause un daño irreversible.
Medicamentos
Los antiinflamatorios no esteroides (AINE), como el naproxeno sódico (Aleve) e ibuprofeno (Advil, Motrin IB, otros) son los medicamentos que los proveedores de atención médica usan con más frecuencia para tratar la espondiloartritis axial y la espondiloartritis axial no radiográfica. Estos medicamentos pueden aliviar la inflamación, el dolor y la rigidez, pero también pueden causar sangrado gastrointestinal.
Si los medicamentos antiinflamatorios no esteroides no son útiles, el médico podría sugerirte que comiences con un bloqueador del factor de necrosis tumoral (TNF, por sus siglas en inglés) o un inhibidor de la interleucina-17 (IL-17). Estos medicamentos se inyectan debajo de la piel o a través de una vía intravenosa. Otra opción es un inhibidor de la cinasa Janus. Los inhibidores de la cinasa Janus se toman por boca. Estos tipos de medicamentos pueden reactivar la tuberculosis no tratada y hacerte más propenso a infecciones.
Algunos ejemplos de bloqueadores del factor de necrosis tumoral incluyen los siguientes:
Adalimumab (Humira)
Certolizumab pegol (Cimzia)
Etanercept (Enbrel)
Golimumab (Simponi)
Infliximab (Remicade)
Los inhibidores de la interleucina-17 que se usan para tratar la espondilitis anquilosante incluyen secukinumab (Cosentyx) e ixekizumab (Taltz). Los inhibidores de la cinasa Janus disponibles para tratar la espondilitis anquilosante incluyen tofacitinib (Xeljanz) y upadacitinib (Rinvoq).
Terapia
La fisioterapia es una parte importante del tratamiento y puede proporcionar una serie de beneficios, desde el alivio del dolor hasta la mejora de la fuerza y la flexibilidad. Un fisioterapeuta puede diseñar ejercicios específicos para tus necesidades. Para ayudar a mantener una buena postura, te pueden enseñar lo siguiente:
Ejercicios de amplitud de movimiento y de estiramiento
Ejercicios de fortalecimiento para los músculos abdominales y de la espalda
Posiciones adecuadas para dormir y caminar
Cirugía
La mayoría de las personas con espondilitis anquilosante o espondiloartritis axial no radiográfica no necesitan cirugía. Se puede recomendar la cirugía si tienes dolor intenso o si una articulación de la cadera está tan dañada que debe reemplazarse.
Estilo de vida y remedios caseros
Un estilo de vida saludable también puede ayudar a controlar la espondilitis anquilosante.
Haz actividad física. El ejercicio puede ayudar a aliviar el dolor, mantener la flexibilidad y mejorar la postura.
No fumes. Si fumas, deja de hacerlo. Por lo general, fumar es malo para la salud, pero genera problemas adicionales para las personas que tienen espondilitis anquilosante, como una mayor dificultad para respirar.
Practica una buena postura. Practicar estar de pie y derecho frente a un espejo puede ayudarte a evitar algunos de los problemas asociados a la espondilitis anquilosante.